lunes, 8 de diciembre de 2014

Rima LXI

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa.
¿quién vendrá a llorar?
¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?

Se pregunta quien llorará su muerte, si habrá alguien ahí antes de morir que llorará cuando el momento llegué. Si a la gente de verdad le importa que llorarán cuando llegue su hora. Si ha dejado alguien en el mundo que le quiera tanto y que lo lleve tan dentro que le recuerde cuando él no esté y que le de consuelo en sus últimas horas de vida.

No sabría adivinar si esto es igual de deprimente que los demás, habla de la muerte pero una vez más no habla de morir, solo de si de verdad hay alguien que le quiera y ¿quién no se ha preguntado eso alguna vez? Todos queremos saber si alguien estará ahí en nuestros últimos momentos, si nos recordarán, si llorarán nuestra muerte.

Se trata de una rima existencial.


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