domingo, 7 de diciembre de 2014

Rima XLV

En la clave del arco ruinoso,
cuyas piedras el tiempo enrojeció,
obra del cincel rudo, campeaba
el gótico blasón.
Penacho de su yelmo de granito,
la hiedra que colgaba en derredor
daba sombra al escudo, en que una mano
tenía un corazón.
A contemplarle en la desierta plaza
nos paramos los dos,
y «ése -me dijo- es el cabal emblema
de mi constante amor».
¡Ay! es verdad lo que me dijo entonces.
Verdad que el corazón
lo llevará en la mano... en cualquier parte,
pero en el pecho, no.

Habla de una persona con la que él, al parecer, esta hablando. Esta persona habla mucho de su corazón pero sus actos solo le demuestran al poeta que carece de él. No es una persona solidaria, ni cariñosa, etc. Habla mucho de su corazón pero no lo demuestra, da la sensación de que no siente ni padece.

En esta ocasión ha sido más complicado el entendimiento de la rima. Tampoco me parece un poema de una gran profundidad pero si de una gran estética por su uso de recursos. Para mí es preferible un poema sencillo y profundo, que bello, por decirlo así, gracias a los recursos. Esta idea me parece bastante simple y no termina de gustarme el poema.

Se trata de una rima existencial.

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