lunes, 8 de diciembre de 2014

Rima LVI

Hoy como ayer, mañana como hoy
¡y siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno
y andar..., andar.
Moviéndose a compás como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.
El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándole sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.
Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar.
Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer..., y todos ellos
sin goce ni dolor.
¡Ay!, ¡a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir...
Amargo es el dolor; ¡pero siquiera
padecer es vivir!

Vida monótona, todos los días son iguales, o eso quiere expresar el autor con este poema. Dice que todos los días son iguales, el corazón latido tras latido, siempre al mismo ritmo, el cerebro que ya ni piensa y la vida sigue, pasa pero no la vive solo sobrevive. Preferiría el dolor antes que esa monotonía porque aunque el dolor sea tan malo, te hace sentir vivo, unos días buenos, otros malos, eso es lo que hace que la vida sea divertida, todos los días iguales, ¿de qué sirve?

Empieza otra vez con el lado negativo, no le encuentra sentido a la vida y yo creo que su vida era monótona porque el quería porque no le buscaba el sentido ni hacía nada para que eso cambiara. No me gusta que sean así de tristes pero así era aquella época, no entiendo como la gente podía vivir con esa idea de la vida, la vida monótona no existe y si existiese, entonces entiendo el aburrimiento pero ni siquiera así entendería el suicidio.

Se trata de una rima existencial.

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