domingo, 7 de diciembre de 2014

Rima XLVII

Yo me he asomado a las profundas simas
de la tierra y del cielo
y les he visto el fin o con los ojos
o con el pensamiento.
Mas, ¡ay! de un corazón llegué al abismo,
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡tan hondo era y tan negro!

Conoce a una persona e intenta indagar más en su interior y entonces descubre que acrece de sentimientos, que es una mala persona que su corazón es negro y el se asusta de ver lo mala que es esa persona. Dice que el ha conocido a muchas persona pero que como esa persona no ha conocida ninguna.

En los últimos poemas que he leído, Bécquer ha ido cambiando su visión del mundo por su visión de las personas, su visión de las malas personas del mundo, que, como suele decirse, "están negras por dentro" y en eso podríamos decir que el mundo ha empeorado pues las personas cada día tienen menos conciencia de lo que hacen y poemas como este son pensamientos normales y no confiar en nadie es lo lógico últimamente.

Se trata de una rima existencial.

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